No había casi ni un vestido en el desfile que no llevara
cristales para ser iluminado, perlas a las que dar un brillo y prismas de
Swarowski que relucían como un jet.
El diseñador llamó al
lugar del desfile –decorado con lámparas de arañas– un 'Palacio de la luz',
tomándose la licencia de hacer referencia al sobrenombre de la ciudad de París.
No hubo ninguna
pretensión de crear ropa de día, a menos que uno se imagine para dicho momento
una preciosa estola de piel en azul celeste con la que combinar unos pantalones
vaqueros.
¡Denim! Ese no es tejido para la Alta Costura de Saab donde hubo
incluso vestidos cortos, con volantes para los cócteles y las fiestas
nocturnas. Y un par de trajes casi transparentes sugirieron una medianoche risqué.
El diseñador puede no tener un mensaje de moda único, pero debe
estar en lo cierto con respecto al tarjet, sobre todo desde que
la audiencia de clientes es tan grande que a las damas de la alta sociedad les
ha sido concedida una puerta de entrada diferente. Pero hubo un cambio de
espíritu, al haber vestidos de manga larga que, aunque muy ligeros, estaban
llenos de encanto.
Source: Suzy Menkes - Vogue
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